Mi Cumple
El que dijo que la vida empieza después de los 40; sin duda, ya los había cumplido. Así que yo, con mis fresquitos 30, estoy en todo el derecho de sentirme viejo, acabado y pasado de moda. Por más que parece que no los aparento y soy de los menores en mi grupo de amigos, no me consuelo de haber llegado a la tercera década de vida.
La mas errónea de las proyecciones, el mas equivocado de los pronósticos; es el que nos hacemos de niños de nuestro futuro. De niños pensamos: “cuando sea grande, a los 30, voy a tener casa, auto, dos hijos, un perro, un titulo de ingeniero, un parrillero y una piscina…”
Mientras la botella danzaba el sábado por la noche, en la mesa de un boliche rellenando vasos con su néctar ámbar, esquivando la hielera y a los platos, estimulando risas, palabras, conversaciones y discusiones; entre la nube de humo de tabaco vi los ojitos decepcionados de un niño que me miraban.
Con un gesto inquisidor, fijamente y sin hablar, su cabeza llena de rulos y una mueca inerte en los labios. Solo yo lo vi, y por un instante, me avergoncé, senti miedo de lo que me pudiera decir o recriminar; luego, algo mas lúcido de pensamiento y antes de que me dijera nada me le adelante diciendole: quiero que sepas una cosa, chiquillo, durante todos estos años, pese a lo difícil que ha sido, pese a las contrariedades que me ha provocado, esquivando comentarios desfavorables, contrarios, decepcionantes; viendo todas las puertas cerradas y caminos cortados. Durante estos 20 años que me alejaron de vos y me marcaron; no me separe ni un segundo, escuchame bien; ni un maldito segundo cambie tu pensamiento, mantuve firme el camino que vos me marcaste, estos ojos; dije señalándomelos; ven el mundo y a la gente como hace 20 años, como cuando era tu; así, que cualquier cosa que me quieras decir, y algun acto reprochar; hazlo, pero no te olvides de cuando juraste no cambiar.
Vino a mi lado, dijo gracias, me beso en la mejilla y dibujando en su rostro una bella sonrisa se fue perdiendo en la oscuridad de la noche pocitense